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Por Giovanna Díaz

Dilemas y verdades alrededor de la inteligencia artificial utilizada para crear presentadores de noticias

Me gusta mirar ciertas películas futuristas o de ciencia ficción como Star Wars, por ejemplo. Disfruto de ellas y casi siempre he entendido que habían imágenes que jamás alcanzaría a experimentar en la realidad: lo más concreto del Halcón Milenario lo podía encontrar en Disney, en una réplica museográfica bastante admirable. Sin embargo, digo «casi siempre» porque desde hace varios años algunos “imposibles” como las videollamadas o los hologramas con movimiento de Volver al Futuro se hicieron realidad, ¿verdad?

Hace poco he visto Avatar con mi hija. Un año atrás no podría haber imaginado, de pronto, ser parte de una guerra interplanetaria, donde algunos defienden lo natural y otros lo destruyen. Hoy ya no se me hace lejano.

Sí, claro, siempre pienso que es suficiente con la carga emocional de nuestro mundo como para abrir mi mente a más posibilidades, pero hay una voz dentro de mi que me dice que “esas otras posibilidades ya están abiertas en mi mundo, en nuestro mundo o en mundos paralelos, metaversos”.

A pesar de conocer lo que puede lograr la Inteligencia Artificial (IA) en el mundo de las comunicaciones me considero bien arraigada a la vida simple y tradicional. He desarrollado historias reales por más de 20 años: cínicos que llegan a ser presidentes, pueblos que luchan con piedras contra balas, sanguinarios que torturan y matan en nombre de una ideología, niños que mueren por enfermedades que otros malditos podrían curar.

Quizás se puede entender cómo me sentí cuando me pasaron un video protagonizado por alguien que no existe, quizás narrando una noticia que no existe, desenvolviéndose en un set que no existe. Nada existe en él y muchas personas que lo ven creen todo lo contrario y, sobre todo, le permiten el derecho de la verosimilitud a todo lo que dice. ¿Qué era esto que veía? La agencia de prensa Xinhua, que pertenece al gobierno chino, anunciaba así la creación de nuevos presentadores de noticias creados con Inteligencia Artificial. Aquí pueden mirar el video:

China estrena un presentador de noticias virtual basado en inteligencia artificial

Vamos paso a paso. La IA tiene definiciones muy amplias, pero, de acuerdo a la magíster en tecnología e innovación y colaboradora del BID, Daniela Collaguazo, básicamente “abarca cualquier tecnología que permite a las computadoras imitar habilidades humanas”. Los presentadores de la agencia Xinhua no son de carne y hueso, pero a través de la pantalla pueden engañar a cualquiera. Tienen fallas, son un tanto robotizados, pero los gigantes tecnológicos aceleran el perfeccionamiento de este tipo de IA, cada vez con más características humanas.

Sí, eso que hemos visto en Black Mirror está pasando ahora.

Otros videos de falsos presentadores circulan en las redes: se trata de Wolf News. Estos avatares creados con inteligencia artificial narraban con total naturalidad varias noticias inexactas. Los expertos llaman a este fenómeno el uso discriminado de la tecnología de video deepfake. “Se trata de videomontajes ultrarrealistas hechos con software de IA para producir personas ficticias como parte de una campaña de información alineada a un Estado”, señalan Adam Satariano y Paul Mozur, corresponsales de The New York Times.
Lo más preocupante es que la tecnología deepfake evoluciona a diario y, lejos de ser rechazada, empieza a ser aceptada en distintas redes sociales.

¿Cómo controlar esta embestida irreal? ¿Cómo afrontar la falsa verborrea de estas marionetas digitales? ¿Hay salida? ¿Aquellos falsos humanos podrán decir lo que quieran? ¿Quién juzga lo injuzgable?

Les comento que Microsoft hace rato ya está creando chatbots y avatares a partir de Inteligencia Artificial. Es decir, no solo es cosa de China. Sucede en todo el mundo. Y ahora están apareciendo programas de video, de muy bajo precio, que permiten al usuario crear falsos humanos. Qué hacemos para evitar esta ola de algoritmos cargados de artificialidad.

¿Los periodistas y presentadores tendrán que competir contra avatares? Es momento de detenernos en los detalles. Así como los alarmistas aseguran que todos seremos reemplazados por robots -al estilo Will Smith en Yo, Robot-, hay quienes estamos en la vereda más realista. La inteligencia artificial trata de imitar al humano pero no ha logrado algo básico del humano. ¿Pensar? No. Yala.

Sentir.

Tomemos el ejemplo de la cobertura periodística en un terremoto. Un periodista sale al aire en el noticiero de la noche, mira a la cámara de cierto modo, cuenta lo que sucede desde el lugar de los hechos, cansado y con la voz quebrada. Quizás no llore al aire, pero ha visto decenas de cadáveres durante todo el día, uno al lado del otro en lo que queda de la Plaza de Armas de una ciudad en escombros. Hay niños también entre ellos y cientos de personas le han contado con desesperación cómo se iban cayendo casas, edificios, la iglesia, el hotel. Su voz, su mirada, su interior. Nunca jamás el robot podrá sentir lo que él siente. ¿Podrá entonces transmitirlo?

He aquí otro dilema. En muchas ocasiones los presentadores de noticias se enfocan en evitar no sentir. A eso, algunos, le llaman objetividad.
¿Se han boicoteado a ellos mismos pareciendo robots, antes de que lleguen los verdaderos a desplazarlos? Auch.
Aquí viene lo fuerte: ¿En algún momento los avatares lo harán tan bien que el público los preferirá? ¿Estamos frente al comienzo del fin de la narración periodística y de la conducción de noticieros? La Inteligencia Artificial es irrefrenable y evoluciona a cada segundo. Sin embargo, está claro que las marionetas digitales jamás podrán sentir. ¡Entonces, por favor, dejemos el periodismo robotizado!

No digo que exageremos, ni dramaticemos. Solo hay que sentir, analizar más allá del «a favor y en contra», escuchar y responder con inteligencia y ser un poco más sensibles. La sensibilidad es ponerte en la piel del otro y para ello hay que dejar, a veces, que algunas cosas nos duelan, nos alegren, nos transformen. Ser humanos y no máquinas. El poeta César Vallejo lo dijo hace varias décadas: Ya va a venir el día, ponte el alma.